Todo cuanto quise reside en tu piel, en tus caricias que me descubren cuan de sensible es mi piel y los nervios que provocas en ella cuando te acercas, cómo me recorre un escalofrío y cómo me sonríes. Lo que nunca imaginé descansa en tu colchón esperando a ser despertado por el húmedo golpe de una noche irreversible.
Miles de golondrinas regresan a la habitación en busca de ese calor tan propio de un abrazo y huyendo del frío cada vez más y más próximo, están a salvo allí contigo.
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